viernes, 15 de enero de 2010

Invernaderos familiares para la producción de hortalizas en los valles andino patagónicos



Descripción

La construcción de invernaderos familiares en los valles andino-patagónicos, persigue 3 objetivos principales: aumentar el período de cosecha de hortalizas, incorporar a la dieta familiar especies sensibles a las bajas temperaturas y disminuir el costo de construcción de los invernaderos. El modelo que aquí se propone es de fácil construcción por cualquier poblador rural, utiliza materiales disponibles por toda la población y su diseño está calculado para un mejor aprovechamiento del espacio interno y para la mejor conservación y ventilación con el mínimo costo posible.

Los invernaderos poseen una superficie de 42 m2 (6,50 x 6,50 m), una altura máxima en la cumbrera de 3,50 m y están diseñados para proveer verduras y hortalizas a una familia de 6 personas. Es una construcción realizada con postes y varillones de madera de ciprés y pino, a dos aguas y con ventana cenital, con un emparrillado de alambre galvanizado en el techo y 2 hebras en las paredes. Toda la superficie está cubierta con polietileno LDT de 150 ó 200 micrones de espesor. La ventana cenital puede quedar abierta en el verano en forma permanente, o cerrada durante la noche. El invernadero tiene también una puerta de 1 x 2 m en uno de los frentes.

El invernáculo familiar comienza a utilizarse en el mes de agosto con la siembra de especies no sensibles al frío. En el mes de septiembre se siembran los almácigos de especies sensibles a bajas temperaturas (tomate, pimiento, etc.), que serán transplantados en noviembre dentro o fuera del invernáculo. En octubre se realiza la siembra directa de pepino, zapallo y otras cucurbitáceas. La cosecha de hortalizas de hoja comienza en octubre-noviembre. El tomate, por ej., se cosecha desde fines de enero hasta fines de mayo dentro del invernadero (hasta abril a cielo abierto en algunas zonas no heladoras). En febrero se siembran nuevamente verduras de hoja para ser cosechadas en otoño-invierno.

Contexto de uso


En la actualidad este tipo de invernadero está siendo utilizado tanto por pequeños productores, como por pobladores de zonas urbanas y periurbanas. Si se considera sólo la zona rural, se estima que alrededor de 100 pequeños productores han construido invernáculos familiares.

En general, los pequeños productores que incorporaron esta tecnología poseen pequeños predios de 1 a 20 ha. Los sistemas productivos están orientados principalmente para el autoconsumo e incluyen vacas, ovejas, animales de granja, huerta y algunos frutales. También es bastante frecuente que algunos productores vendan leña y/o madera. Una vez satisfecho el consumo familiar, los productores colocan en el mercado sus excedentes productivos. Completa el cuadro el trabajo extrapredial orientado a la cosecha de fruta fina, el trabajo en aserraderos, la plantación de árboles y la participación en planes de empleo transitorio.

Los valles andino-patagónicos poseen un clima mediterráneo, con inviernos fríos y veranos templados y precipitaciones que oscilan entre 500 y 1100 mm anuales según la ubicación geográfica. La región posee un gran número de microclimas determinados por el relieve, la altitud y la exposición al sol. El período libre de heladas es de 30 días al año y se producen nevadas importantes por encima de los 500 m.s.n.m.

Desempeño

Desde el punto de vista de los técnicos, esta tecnología se desempeña satisfactoriamente ya que permite producir hortalizas fuera de temporada y logra obtener especies que no era posible cultivar debido al muy breve periodo libre de heladas. La alta valoración que muestran los pequeños productores por este tipo de tecnología se pone de manifiesto al observar la demanda creciente de apoyo técnico para construir nuevos invernaderos.

Con anterioridad a la existencia de esta tecnología en la zona, los productores cosechaban hortalizas a cielo abierto sólo durante 4 meses al año. En caso de obtener excedentes, los guardaban para ser utilizados durante el invierno. A continuación se presenta una comparación entre la tecnología ofrecida y la tecnología tradicional.

Cultivo en invernadero
Cultivo a cielo abierto
Ventajas
  • Duplica el periodo de cosecha de hortalizas en la zona
  • Incorpora nuevas especies
  • Aumenta la producción
  • Mejora la dieta familiar
  • Es más económica ya que no requiere realizar inversiones
Desventajas
  • Es más costoso
  • Es necesario cambiar el plástico cada 3 años
  • Residuo no biodegradable
  • Rendimiento mucho menor
  • Periodo de cosecha breve
  • Periodo libre de heladas aleatorio
  • Disponibilidad de hortalizas para el consumo solo 4 meses/año


Costo


El costo de construcción de 1 invernadero de 6,50 x 6,50 m es de $382. Este valor incluye no sólo los insumos obtenidos del mercado (plástico, madera, alambre, clavos, mangueras y aspersores), sino también los provenientes de las propias explotaciones (abono de corral y semillas). Cabe aclarar que en algunos casos el costo de los insumos externos es menor, ya que los productores suelen disponer en sus campos de la madera necesaria para construir los invernaderos. También es frecuente que utilicen alambres reciclados obtenidos de alambrados viejos. Cada 3 años es necesario reponer el plástico que cubre al invernadero.

Para su construcción se requieren 6 jornales y para facilitar la tarea de construcción del invernadero generalmente trabajan 2 personas. Su manejo demanda aproximadamente 1 jornada/semana.

Resultados esperados

El uso de esta tecnología permite: I) un incremento en los volúmenes productivos (5 kg/m2 de producción promedio en invernaderos vs 2 kg/m2 al aire libre); II) un mayor período de cosecha (8 meses/año vs 4 meses/año), III) un mejor aprovechamiento de la superficie disponible; IV) una mejor utilización de la mano de obra familiar en relación al producto obtenido; y V) trabajar bajo condiciones climáticas mucho más favorables.

Asimismo, permite mejorar el estado nutricional de las familias de pequeños productores. Además, presenta la potencialidad de mejorar el ingreso de los pequeños productores con la venta eventual de excedentes. Sobre todo si se agranda el invernadero, pasando de una escala familiar a una comercial.

Los invernaderos andino-patagónicos no producen impactos sociales ni ambientales adversos. No obstante, es necesario considerar que los plásticos rotos generan desechos no deseables ya que éste es un residuo no biodegradable. La única alternativa consiste en continuar utilizando el plástico durante una temporada más, a través de la construcción de microtúneles.

Adaptación

El diseño de los invernaderos es suficientemente flexible como para adecuarse a distintas realidades. En los valles andino-patagónicos se han construido distintos modelos a fin de dar respuesta a diferentes situaciones socioproductivas (climáticas, geográficas, económicas, de disponibilidad de mano de obra, etc.). La dificultad más importante para la incorporación de esta tecnología, se relaciona con el elevado costo de los materiales necesarios para su construcción y la escasa disponibilidad de mano de obra familiar. Este último aspecto es especialmente importante en aquéllas explotaciones en las que viven mujeres solas, ancianos o discapacitados.

Institución

Esta tecnología fue generada por una síntesis del trabajo de diferentes instituciones y pobladores. Las principales instituciones involucradas han sido INTA, CORFO Chubut, Dirección de Agricultura de Río Negro, Centro EMETA 3, y las delegaciones del Programa Social Agropecuario de las provincias de Río Negro y Chubut. Otras instituciones han desarrollado algunas variantes tecnológicas. En especial, el techo a dos aguas sin la ventana cenital para zonas de la meseta (más frías) y algunos diseños de invernáculos parabólicos no suficientemente investigados.

La misma se difunde a través de capacitaciones, cursos, talleres, medios masivos de comunicación, materiales didácticos diversos y en grupos de pequeños productores (PSA, Cooperativas, etc.). Su manejo requiere capacitaciones específicas en diferentes áreas técnicas tales como calendario de siembra, tutorado, riego, ventilación, etc. Se estima que sería necesario realizar un mínimo de 4 ó 5 capacitaciones de 1 jornada cada una.

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